08 Jun
08Jun

Orgulloso de saber lo que quiero para mi, sin anteponer el deseo del otro. Un mes para celebrar las diferencias y los derechos de un grupo más de personas que componen el mundo en el que vivimos. 

El mes del orgullo es una invitación a liberarnos de los estigmas y juicios que hacemos de los demás pensando en nosotros y anteponiendo nuestro deseo sobre el del otro. 

Dada la naturaleza controversial de este tema, voy a teorizar diferencias sobre el género y el sexo, entendiendo que el primero es una construcción social, que abarca los elementos de la conducta humana (sentimientos, pensamientos y fantasías), que las sociedades vinculan con cada uno de los sexos. Por otro lado, lo que define tu sexo son elementos relacionadas a la naturaleza, es decir, los órganos reproductores sexuales masculinos o femeninos. 

Según Levi Strauss (citado en Butler, 1999) “el género no es para la cultura lo que el sexo es para la naturaleza” ya que el género no es algo innato que nace en la cultura si no que se construye y se forma a través de la relación con esta, con el entorno y con los otros.


Si bien esta diferenciación supone la concepción del sexo y el género como categorías dicotómicas mutuamente excluyentes, su empleo ha estado siempre sujeto a una exclusiva correspondencia, donde a un cuerpo de mujer le atañe invariablemente un género femenino, mientras que a un cuerpo de hombre le es propio un género masculino (Izquierdo, 1998).


Al hablar de diversidad sexual se abarcan distintas conformaciones, percepciones, prácticas y subjetividades asociadas a la sexualidad, tomando las dimensiones biológicas, psicológicas y sociales, por lo que podría decirse que esta consiste en la multiplicidad de deseos y de los modos de resolución en las relaciones afectivas y eróticas existentes en la humanidad. Al hablar de los tipos de diversidad sexual de manera focalizada, ésta abarcaría los campos de la intersexualidad, el transgenerismo y las orientaciones afectivo-eróticas homosexuales y bisexuales. Estos campos nombrados anteriormente, referidos a los tipos de diversidad sexual, corresponden a lo que actualmente se denomina como LGBTI, representando mediante sus siglas a la comunidad lésbica, gay, bisexual, transexual e intersexual (Cáceres, Talavera y Mazín, 2013; García, 2007).


Crecer en un hogar donde debí internalizar criterios como convivencia, tolerancia, respeto, pluralidad, igualdad de condiciones me ha permitido ver las diferencias de religión o sexualidad como algo, más que natural necesario. Comprender que cada ser humano es un individuo único y complejo me maravilla.


Hoy les traigo la vivencia de B.D, quién mejor para relatar que quien pertenece a la comunidad:


A los 13 años me di cuenta de que me gustan las mujeres. Creo que la primera vez que hice consciente esa atracción estaba saliendo del colegio y fui con mi papá a una panadería, pedimos una pizza y mientras esperábamos que saliera, me quedé enganchadísima viendo a una niña como de mi edad, que andaba por ahí dando vueltas en el local. Cual amor a primera vista, sentí eso que nunca había sentido por un chamo y desde ese momento, no paré de pensar en ello. Tardé semanas en hacer paz con la idea, y aunque muerta de miedo, decidí contarle por WhatsApp a mi mejor amiga. Aquel día lloramos juntas a distancia, me confortó con sus palabras y me dijo que me quedara tranquila porque eso no tenía nada de malo. La experiencia me marcó, y es que es cierto, tu identidad o tu orientación no tienen nada de malo, pero uno crece pensando que se ha de ser de cierta manera y abrazar la propia verdad no resulta tan fácil. A partir de ese día supe que todo sería cuesta arriba, ya que aunque no vivo en un país donde ser homosexual es penado por la ley, de igual forma el estigma golpea en cada curva de la vida; con esas frases de mierda como "¿pero cómo lo sabes?" o "seguro no has encontrado al hombre indicado". No puedo contar con los dedos de mis manos la cantidad de veces que me acosté a dormir llorando porque yo no quería ser así. Y es por esa razón que el mes del orgullo es tan importante, porque recordar la lucha por nuestros derechos y visibilizar la comunidad nos ayuda a aceptarnos. Tardé años en decirle progresivamente a mi familia, y este año pude salir del clóset con mi papá. Sentí finalmente mi liberación. Y hoy por hoy, puedo decir que estoy orgullosa de ser cómo soy; porque después de mucho tiempo dejé de castigarme por ser lesbiana, aprendí que no debe de avergonzarme y logré aceptar ese pedacito de mí, que no es peo de nadie y a nadie le hace mal. Celebró el orgullo por mí y por todos, porque todos seamos reconocidos y respetados, porque podamos ser, sin miedo, libres y verdaderos.

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