15 Jan
15Jan

     Naruto, Sailor Moon, Pokemon o Death Note son algunas de las series más famosas de anime japonés que puede que te suenen, o no, familiares. Aunque seguro recuerdas a Marco, Candy Candy o a Heidi, que llegaron como las primeras caricaturas procedentes de Japón y también eran anime aunque en ese entonces no lo llamábamos así. El concepto del anime hace referencia a la forma animada de representar una historia de origen japonés.


La mayoría de los animes surgen a partir de la literatura manga, que son los cómics o novelas gráficas que preceden a las animaciones que vemos en pantalla. La globalización del internet ha sido uno de los grandes precursores en la expansión del manga y el anime por todo el mundo convirtiéndolo en una sensación y afición por la cultura otaku la cual crece con mayor fuerza en torno a convenciones, vestimenta, disfraces y objetos de colección. Otaku es el término se utiliza para los aficionados del manga y el anime y está más asociado al público juvenil.


     Las temáticas del manga y del anime son diversas: acción, aventura, comedia, ciencia ficción, drama, fantasía, romance, terror… Y en muchas ocasiones, mezclados. Debido a esta gran cantidad de matices, se desarrolló una clasificación para identificar el público idóneo, Kodomo se dirige al público infantil, con ejemplos como ‘Heidi’ o ‘Doraemon’; Shōnen a jóvenes varones (‘Dragon Ball’ o ‘Naruto’); Shōjo para un público adolescente femenino (‘Sailor Moon’ o ‘Candy Candy’); Seinen a hombres adultos (‘Berserk’ o ‘Monster’); y Josei para mujeres (‘Nana’). Igualmente se encuentran los géneros enfocados al público adulto, con distintos grados de explicitud, como Ecchi, Otoshimono, Gekiga o Hentai.

     Dicho esto a lo mejor te preguntas ¿por qué mi hijo ve anime?, ¿qué es lo que tengo que saber de estas comiquitas? ¿será bueno o malo para él? El anime sin duda, se presenta como un pasatiempo o una actividad de recreación para visualizar, así como a algunas personas les gustan las películas de comedia o las series documentales, a otras les gusta el anime. Estas historias se destacan por el desarrollo de tramas complejas, que pueden abarcar temas de fantasía y/o situaciones de la vida real, llenos de personajes que suelen tener personalidades definidas y que evolucionan a lo largo de la historia. El tiempo transcurre de otra manera, a menor velocidad, permitiendo que la historia se pueda centrar a mayor profundidad en lo que piensa y siente el personaje.
La adolescencia es ese periodo de la vida en el cual vamos poco a poco definiendo aspectos y elementos de nuestra personalidad, identificando gustos, eligiendo a nuestros amigos y comenzando a percibirnos como seres individuales. El anime atrae a los adolescentes por las tramas que se desarrollan en las historias, suelen verse temas relacionados con el existencialismo y los contextos ideológicos, así como componentes que tienen un peso significativo en el desarrollo adolescente, tal como las amistades, la familia, el amor, el cuerpo, los conflictos, entre otros.

     Uno de los elementos que más resalta el interés de los adolescentes en el anime, es la identificación con personajes. Es muy común que al ver películas o series nos sintamos relacionados con algún personaje, sea por su forma de ser o de pensar, sus características, sus valores o las experiencias que ha tenido en su vida, de alguna manera algo resuena con nosotros. En el anime, cada personaje tiene su propia historia y cumple un rol específico a lo largo de la trama, con lo cual transmiten diversas emociones que permiten empatizar con ellos. Los adolescentes, al sentirse relacionados, conectados con algún personaje, muestran y desarrollan parte de su propia personalidad, de sus gustos, de la forma en la que piensan y ven las situaciones de la vida diaria, desarrollan su propia individualidad e identidad personal.

     La cultura Otaku se establece entonces como un espacio de comodidad que les permite expresarse y les otorga sentido de pertenencia. El anime puede proporcionar un lugar en el que diferenciarse, resolver problemas relacionados con el cuerpo, buscar un lugar al que pertenecer y resolver la relación con otros iguales. El anime es una forma central de entretenimiento en Japón e introduce a la población internacional a una cultura completamente diferente. Quizá lo que podría comenzar como un simple interés en aprender japonés para ver anime sin subtítulos, pronto se transforma en un amor genuino por el idioma. No solo conecta a los adolescentes con un mundo al otro lado del océano, sino que también aperturan la aceptación en gustos de los demás y de ellos mismos. Les ayuda pues a aprender cosas nuevas, a ver la vida desde una perspectiva diferente y a descubrir otras culturas cercanas a la japonesa como es el caso de las bandas y dramas coreanos y/o turcos, amplían entonces su propia visión del mundo.
El anime suele desplegar imaginación y creatividad. Pero también muestra en ocasiones historias dramáticas, violentas y personajes sumidos en estados de ánimo depresivos y/o ansiosos. Asimismo, es claro que el público infantil y juvenil se ve más afectado por determinadas temáticas. Y que el acceso a contenido para adultos es más fácil que en nuestra infancia: a través de plataformas, teléfonos o tablets que en algunos casos no están supervisadas. 

     Con esto, resulta importante recordar que no existen respuestas únicas ante un mismo acontecimiento, por lo que no todos reaccionamos igual ante una misma película, series y/o dibujo, de modo que sólo el hecho de ver contenidos violentos (o inadecuados en función de la edad) no produce comportamientos agresivos o ideas suicidas por sí mismo.

     Igualmente, si existe malestar, retraimiento, angustia, confusión o alteraciones en el estado de ánimo previo en los adolescentes, ciertos contenidos podrán tener mayor impacto y/o dejar mayor huella si se trata de contenidos que no pueden explicar. Por tanto, resultará vital que podamos más allá de supervisar el contenido que ven nuestros adolescentes, acompañar este gusto, este interés que tienen para ofrecer un marco de comprensión, donde se aperture el diálogo para explicar, reflexionar o cuestionar aquello que ven. Comprender su afición, qué le mueve, le inquieta o le preocupa respecto al contenido que observa y con el cual se identifica será la clave para desarrollar un acompañamiento más asertivo con nuestros adolescentes.

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