13 Apr
13Apr

El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida, sea de un ser vivo o no, pues la realidad es que no se elaboran nada más por otras personas, sino también por espacios y cosas a las cuales les hemos otorgado significados y afectos.

La perdida genera cantidad de emociones y sentimientos en tal intensidad, que se vivencia como un proceso difícil y duro, al mismo tiempo, es un proceso que puede ser accionador y se vivencia desde la resiliencia.

Cada individuo tiene una forma particular y única de elaborar la perdida, por tanto, de atravesar el duelo. Esta variará y dependerá de sus experiencias y herramientas personales de afrontamiento.

En estos momentos, hablar del duelo me parece un tema delicado, pues se le relaciona a la muerte con frecuencia, por razones obvias y varias. No obstante, me parece relevante distinguir entre el duelo y la pérdida que bien se han utilizado coloquialmente como sinónimos, aun cuando, los duelos implican la perdida de cualquier cosa que sea significativa para nosotros.

Retirarse de un trabajo, graduarse del colegio/universidad, despedirse de un amigo/familiar que se vaya del país, finalizar una serie o un libro que te tenía enganchado, todas estas son experiencias que pueden producir un duelo tan importante y significativo como la perdida física de un ser vivo.

Para los niños y adolescentes que hacen vida en entidades de atención, los procesos de duelo que pueden experimentan con los especialistas y cuidadores, tienden a ser más extensos y duros, pues genera para ellos la re-vivencia de sentimientos de abandono y culpa producto de su ingreso en estas instituciones. “Me abandonas, tal como lo hizo mi mamá”, son algunos de los vb que he podido escuchar durante las consultas y no me queda nada más que decir que para estos casos, el afecto y la contención es la clave para que eventualmente comprendan que la separación física de dos personas, no implica necesariamente la pérdida del vínculo, especialmente, si esta separación no está relacionada con la muerte y hay interés de ambas partes por mantener el vínculo afectivo.

En definitiva, los procesos de despedida son difíciles y requieren de una red de apoyo importante para transitarlos con la mayor tranquilidad y paz posible. Eventualmente, estos procesos nos llevarán a soltar, a dejar ir, para dar cabida a nuevas experiencias y personas en nuestra vida que sean tan enriquecedoras y contenedoras como lo fueron otras y otros.

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