29 Jun
29Jun

Teatro es una palabra que bien podría parecer vaga o bien confusa, ya que de acuerdo al individuo que le preguntes, puede adquirir un significado completamente diferente a otro. A veces pienso que es como hablar sobre la vida, tiene un significante tan relevante que las palabras simplifican la emoción. El teatro no tiene nada que ver con los edificios, ni con textos, actores, estilos o formas. La esencia del teatro se halla en el momento presente.


La palabra teatro proviene del griego Theatron que significa “lugar para contemplar”. Su característica más importante es que la puesta en escena es totalmente en vivo (presente absoluto), y debe tener como condición que haya un público espectador y una historia que contar y relatar que se va desarrollando a través de una trama en la que se conjugan diversos elementos tales como los actores, la música, la escenografía, etc. En el teatro, sobre todo, se hace mucho énfasis en lo gestual, en el lenguaje no verbal que comunica a través de los gestos, el cuerpo y la actuación, especialmente cuando se trata de comunicar emociones. Pareciera que el alma del teatro es la comunicación de las emociones a través del énfasis puesto en los gestos y la corporalidad.


Cuando nos comunicamos con los demás, no sólo lo hacemos a través de las palabras sino también a través de nuestros gestos, de los movimientos de nuestros cuerpos que tienen una intención determinada y, por tanto, influyen en los mensajes que queremos transmitir. La expresión corporal, también llamada lenguaje del cuerpo, no solo es una de las formas básicas para la comunicación humana, sino que además es algo esencial en el mundo teatral.


El lenguaje corporal está fuertemente vinculado con la parte emocional, intuitiva e instintiva de nuestro cerebro, y se desarrolla principalmente en el plano inconsciente. El cuerpo humano, con sus movimientos y sus dinámicas, sus gestos y actitudes, es como un cuenco que recoge las emociones y los sentimientos.


El teatro en esencia trabajará entonces con el cuerpo y la voz como vehículos para comunicar los contenidos internos del actuante. Nos proporciona la oportunidad de intervenir en los procesos terapéuticos de manera lúdico-artística para promover nuevos enfoques y transformaciones en la vida concreta de los pacientes.

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