10 May
10May

El vínculo es la conexión que establecemos con otro ser vivo para crear relaciones significativas.


Los vínculos son esenciales en la construcción de nuestra identidad ya que en nuestros primeros años de vida y hasta la adolescencia, los otros funcionan como espejo y como modelo en la construcción de nuestra personalidad. 

Somos nuestros vínculos.


Ninguno de nuestros vínculos son una entera construcción nuestra y tampoco son pura responsabilidad del otro. Son fenómenos sinérgicos. Dos energías distintas y convergentes que producen un resultado singular y original. Relacionarse es vivir, vivir es relacionarse. Y, construir un vínculo requiere tiempo, interés y cuidado mutuo.


Representan una relación donde tiene cabida el afecto, la valoración, los límites de manera coherente, y la expresión de todas las emociones siempre desde una contención y regulación emocional.


Sin duda, es un elemento fundamental para la supervivencia y la adaptación favorable al medio social y natural , pues permite influir en él, a la vez que es influenciado por este. Su existencia se remonta a la capacidad de establecer cualquier tipo de comunicación, a través de la cual establecemos contacto con otros y aprendemos con base a las consecuencias de nuestras conductas sobre ellos.


Entiendiendo lo anterior, podemos comprender como el vínculo tiene lugar con la intimidad. Claro, no como un sinónimo o referencia de privacidad ni de vida sexual, ni a los vínculos exclusivos de pareja. Con la intimidad se hace referencia a las relaciones entre amigos, hermanos, hombres y mujeres, cuya profundidad permite comprender qué hay algo que va más allá de lo que en el presente compartimos.


Vincularse auténticamente (de manera significativa) con el otro tiene que ver con el hecho de poder establecer una relación afectiva que empieza en el acuerdo, a veces implícito y otras explícito, de la posibilidad de exponernos y en la responsabilidad de ser quienes somos con el otro. Responsabilidad en el sentido de tener la capacidad de responder por lo que hago, pienso, y digo, haciéndome cargo de ello. Y desde ahí, conectarme con el otro. 

La intimidad implica entrega y supone un entorno suficientemente seguro como para abrirnos a establecer el vínculo. Es una invitación a una relación progresiva, que se construye y transforma con el tiempo.

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