02 Jun
02Jun

A propósito del Día Internacional de Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), hoy les quise traer este post, un poco para relatar experiencias y la importancia y peso que tiene el otro en la construcción que hacemos sobre nosotros mismos.


Desde que ingresé a estudiar psicología siempre estuve fascinada por estos trastornos, de hecho, en mis primeros trabajos de investigación (monografías y análisis) desarrollé la mayoría, dándole mayor relevancia a la Bulimia y Trastorno por Atracón. Luego de varios llamados de atención de mis amigas, tomé la decisión de regresar a análisis y enfrentarme a lo que por tanto tiempo había reprimido.


En mi adolescencia leí un libro que relataba la vivencia de Lia con la Anorexia Nerviosa (Wintergirls de Laurie Halse Handerson), y hasta el sol de hoy todavía consigo recordar las sensaciones e incomodidades que me produjo la lectura, tal vez porque vi elementos míos ahí. “Me consume”; “Me ahoga”; “Sientes que no tienes el control de nada a tu alrededor”; “Tienes tantos años haciéndolo que no sabes cómo detenerlo”; “Es tanto dolor, que no cabría la inmensidad del océano”; “Necesitas sentir el control dentro de ti”; “Ves lo que no es”; “Un estándar demasiado elevado”; “Forma parte de tí”; “Es un proceso lento, complejo y espinoso”, son algunos extractos que tomé del libro para ustedes, para llevarlos a conectar con la experiencia del otro.


Lo cierto es que este tipo de trastornos amerita atención multidisciplinar, pues no remonta a elementos del cuerpo nada más, sino que habla de imagen corporal, nutrición, relación con la comida, creencias e introyectos del entorno que benefician y/o perjudican al individuo que lo padece. Los TCA son multifactoriales, lo cual implica la incidencia de factores de diferentes índoles que condicionan pudiendo mejorar y/o entorpecer los procesos individuales de cada paciente, cada mujer, cada hombre, cada individuo.


Hay un gran estigma alrededor de los TCA que se desarrolla a partir de los comentarios que podemos hacer sobre el otro con base a nuestro propio juicio y creencias, sin tomar en cuenta que la experiencia del mismo siempre ha sido y será diferente a la nuestra; “solo tienes que comer un poco más”; “si hicieras más ejercicio te podrías quitar esos kilos de encima que te sobran”, un poco lo mismo que ocurre con la depresión, “Bueno pero pon de tu parte, llorar no te va a llevar a ningún lado”.


Pareciera que se pierde el límite y el respeto por el otro, se presenta una dificultad para empatizar y para comprender que tú verdad, no es la del otro y viceversa. Desde pequeños nos enseñan las normas del buen hablante y del buen oyente, una manera de recordar que hay maneras y modos de decir las cosas, intentando no herir a nadie en el camino.


Estos trastornos pueden llevar a desarrollar una falsa sensación de control, se distorsiona la realidad del cuerpo propio buscando un ideal de perfección que siempre es inalcanzable, nunca es suficiente, se vuelve un ciclo de agresión constante. 

Hoy, tomando acción por los TCA, los invito a desarrollar mayor empatía con los comentarios que hacemos sobre el estilo de vida y cuerpo del otro, a recordar que cada experiencia es vivenciada de manera diferente por cualquier individuo.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.