Desde hace ya 2 años y medio trabajo dentro de una entidad de atención y he podido observar de primera mano muchos de los elementos que influyen en la vida de los niños y adolescentes que hacen vida en las entidades de atención.
Saberse inmerso en una institución implica que hubo una violación a sus derechos humanos, por tanto, no es apto que esté donde estaba (y lo digo así, porque hay muchos que no vienen de una casa, sino de la calle misma).
Las entidades se establecen como una oportunidad para establecer vínculos significativos con individuos que puedan otorgarles afecto y un espacio donde se respeten sus derechos humanos.
No obstante, la convivencia dentro de estas instituciones no es un proceso fácil para el niño u adolescente, mucho menos para el adulto que hace las veces de tutor y cuidador durante su estadía. Pasar de tener tus propias cosas, a tener que compartir todo es difícil, y cuando hablo por todo, realmente me refiero a ello. Vives en áreas con otros niños, compartes baño, útiles, juguetes y lo más importante, no están mamá y papá por ningún lado.
La mayoría de los ingresos a estas entidades están relacionados al maltrato y al abandono, habiendo un sin fin de elementos en el afuera que juegan un papel fundamental. La parentalidad no es sencilla, nadie enseña a ser padre y muchos menos a criar a otro ser vivo, siendo esto algo que vas aprendiendo de acuerdo a los recursos y herramientas que tengas, sean o no las más adecuadas. Por otro lado, hay condiciones más complejas que afectan esta parentalidad, como es el caso del abandono voluntario que devienen de situaciones específicas que vivencian las madres, haciéndoles imposible la tarea de cuidar a un hijo.
Las necesidades de contención y afecto son realmente grandes en estos niños y adolescentes. Muchas veces un simple abrazo o apretón cariñoso en el hombro, es suficiente para mejorar sus días e incluso su humor. La clave siempre estará en el afecto y en la capacidad de crear un vínculo significativo.
Desde mi práctica, siempre ha sido vital y primordial la creación de los vínculos significativos, pues sus primeras figuras de amor (sus padres) no les pudieron otorgar vínculos significativos seguros, amorosos y contenedores, por tanto, partiendo de la creación de un vínculo seguro y responsable, se puede puede apreciar la reestructuración de la psique, ves al chamo deslizándose del modo supervivencia, lo cual le permite progresivamente avanzar en su crecimiento y desarrollo individual.