22 Apr
22Apr

Uno de los elementos más complejos que desempañados en la vida es la crianza, la orientación de los padres para incidir en la supervivencia, bienestar y aprendizaje de los hijos.


Nadie te enseña a ser padre, la parentalidad es un rol que aprendes a fungir progresivamente con los recursos, habilidades y experiencias previas propias. No todos los adultos están preparados para asumir esta función y no necesariamente está relacionado con una dificultad para otorgarle afecto al otro, sino que criar y mantener la vida de otro ser humano implica estar preparado para darle afecto y un poco más; pues del afecto no comemos.


Hace algún tiempo, di con la concepción “sostener para crecer”, en la cual otorgas al niño educación con personalidad, firmeza con ternura, ambas en el mayor equilibrio que te sea posible. La difícil tarea de poner límites y expresar contención a la vez frente a las frustraciones del niño.


Los niños necesitan y buscan normas, criterios y modelos claros en sus padres, por tanto, otorgar el ejemplo y ser cónsono con lo que se dice, se siente, se piensa y se hace es muy importante en la crianza; un padre que reprenda a su hijo por decir groserías a sus amigos, pero este mismo las utilice para referirse a sus amistades cercanas frente al niño. Aquí cabe preguntarse qué entiende el padre por grosería, que o quien le da derecho a él para decirlo por sobre su hijo, estará siendo cónsono en su propio accionar.

 
La autoridad paterna cumple su función educativa cuando se ejerce con cariño, estímulo y paciencia. Claro que con esto, no me refiero a que no reprendas al niño frente a conductas inadecuadas, pues toda acción realizada lleva consigo una consecuencia posterior. No obstante, en definitiva es importante que esta reprimenda sea consecuente y cónsona con la acción y conducta realizada.

 
La función de autoridad significa sostener para crecer. Enseñar a crecer es lograr que los hijos aprendan a aprovechar las experiencias de los padres de manera favorable y operativa en su propia vida, en un clima de libertad y responsabilidad.


La operatividad significa para los hijos alcanzar una capacidad de elección justa y equilibrada dentro de las posibilidades que enfrentarán al ir creciendo en sus propias vidas. Saber optar, eligiendo el bien para sus vidas, es saber ser libres. En la interacción que se establece con los hijos, los padres cumplen permanentemente una acción formativa que se desarrolla de manera progresiva en el tiempo.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.